Origen / Sanlúcar de Barrameda

Si hay algo que distingue a la Manzanilla es, sin lugar a duda, su origen. Sol, mar, marisma y vientos de Poniente bañan una pintoresca localidad a orillas del Atlántico, en el extremo más meridional de la península ibérica, llamada Sanlúcar de Barrameda. 

Enclavada en un entorno natural privilegiado, entre la desembocadura del Guadalquivir y las marismas del Parque Natural de Doñana, este pequeño pueblo costero es cuna de manifestaciones culturales y gastronómicas de fama mundial. Entre ellas la Manzanilla sobresale como indiscutible seña de identidad andaluza.

Es precisamente este entorno singular y sus condiciones geográficas y climáticas excepcionales los que hacen de la Manzanilla de Sanlúcar un vino único en el mundo, con una personalidad propia en la que convergen carácter y sutileza, potencia y finura, complejidad y elegancia…

Un vino nacido
de la tierra...
y del mar.

Tres agentes condicionan el microclima sanluqueño: el río Guadalquivir, el Océano Atlántico y la marisma.

En este contexto, las temperaturas son más suaves y la humedad relativa más alta, lo que hará que los vinos envejecidos en las bodegas sanluqueñas tengan ese carácter especial.

320 Días de sol al año

Un clima privilegiado de un sol que brilla casi todo el año y temperaturas suaves que protegen la conservación del velo de flor.

Marismas de Doñana

Una gran extensión de llanura sobre el antiguo delta del Guadalquivir con ausencia total de relieve.

m3

Río Guadalquivir

Límite natural por el norte de Sanlúcar y, junto a las marismas y el océano, fuente de humedad.

Océano Atlántico

Compañeros inseparables, la Manzanilla debe su identidad al mar y junto a él despliega todo su potencial.

Vientos de Poniente

Los que trae consigo el océano y que aportan a las bodegas de Sanlúcar su humedad y salinidad.

¿Sabías que?

Sanlúcar es cultura

Sanlúcar de Barrameda atrajo desde tiempos muy remotos a visitantes, comerciantes y marineros venidos de diferentes lugares; una apertura a otros mundos que forjó el carácter propio de esta ciudad abierta y extrovertida.

Por eso Sanlúcar más que visitarse se saborea, no solo en su producción vinícola y en su popular gastronomía, sino en sus fiestas y celebraciones, su historia comerciante, su entorno natural y sus tradiciones llenas de autenticidad. 

Una ciudad marinera que rebosa vida, belleza y disfrute.

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